EDUCACIÓN
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Autoría: Purísima Teruel
30 de mayo de 2024
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Los alumnos de la ESO recorren el viaducto por dentro
El pasado 21 de mayo, los estudiantes de Tecnología de 2º y 3º de la ESO del Colegio La Purísima de Teruel participaron en una experiencia educativa única al visitar el interior del Viaducto Nuevo de Teruel. Acompañados por técnicos del Ministerio de Transportes, los alumnos tuvieron la oportunidad de explorar esta impresionante estructura y aprender sobre su construcción y datos técnicos.
Durante la visita, los técnicos compartieron detalles fascinantes sobre el proceso de construcción de esta obra de ingeniería, que cumple 30 años y que se ha convertido en todo un icono del desarrollo urbanístico de Teruel. Recibieron una muy interesante información sobre las técnicas constructivas utilizadas, los materiales empleados y distintas consideraciones de ingeniería.
Los estudiantes también pudieron apreciar la magnitud y la belleza de esta obra de infraestructura que conecta la ciudad de Teruel, desde un punto de vista inédito, el interior de la propia estructura.
La actividad no solo proporcionó conocimientos técnicos, sino también despertó la curiosidad y el interés de los alumnos por la ingeniería y la arquitectura.
Sin duda, esta experiencia enriquecedora contribuirá a su formación académica y les permitirá comprender mejor el mundo que les rodea.
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Autoría: Purísima Teruel
21 de enero del 2025
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El «cole», lo que fuimos, lo que somos
Sale estos días una publicación, en forma de columna de opinión en el Confidencial, en la que el autor, Javier Arnal, hace referencia a los encuentros de antiguos alumnos. Con el título de Lazos de antiguos alumnos, la columna es un viaje por la memoria cuyo destino es el principio de lo que somos todos: niños en el colegio, adolescentes en el instituto o estudiantes universitarios. Todo en torno a la comunidad educativa. Por algo será… Nombra Arnal al colegio de la Purísima desde donde se está poniendo en marcha una asociación de antiguos alumnos (Alumni), una asociación que mantenga aquella puerta del recuerdo abierta. Dice el autor, con razón, que aquellos lazos quedan para siempre y que, a través de estas agrupaciones, se permite el reencuentro y la colaboración con aquella parte de nuestro pasado.
Y es que reunirse con antiguos alumnos de la escuela es una experiencia única que despierta un sinfín de emociones. Los lazos formados en esa etapa crucial de la vida, aunque se debiliten con el tiempo, suelen perdurar de manera sorprendente. En estos encuentros, las conversaciones fluyen con naturalidad, reviviendo recuerdos compartidos que, aunque parecían olvidados, resurgen con fuerza al reencontrarse con quienes fueron compañeros de aventuras diarias.
Las historias de los días escolares, las travesuras y los logros vuelven a la vida, recordándonos la esencia de quiénes éramos y cómo hemos cambiado. Es asombroso notar cómo personas que han tomado caminos tan distintos siguen conectadas por esos años formativos. El reencuentro puede resultar inquietante al principio, enfrentando la realidad de cómo el tiempo ha transformado a cada uno, pero pronto se convierte en una celebración de la amistad y la nostalgia.
Estos momentos también nos hacen reflexionar sobre el peso de esas experiencias en nuestra identidad actual. Las anécdotas compartidas y las risas recordadas nos recuerdan la importancia de las etapas vividas y el impacto duradero que tienen en nosotros. Al final, reencontrarse con antiguos alumnos es una mezcla de sentimientos: lo bonito de recordar y lo extraño de ver cómo todos hemos evolucionado, pero siempre unidos por el mismo pasado.
Recorrer de nuevo aquellos pasillos conmueve. Esas paredes saben cosas, guardan secretos y, si escuchas bien, puedes oir de nuevo aquellas conversaciones, confidencias, enfados, llantos y risas. Aquellas alegrías por el examen superado o por la excursión que esperabas semanas. Puedes escuchar tu voz, que se devuelve a aquel tú que fuiste y que se ha convertido en quien eres.
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De nuevo, como cada año, los alumnos más mayores del Colegio La Purísima de Teruel han participado en la Gran Recogida del Banco de Alimentos. Organizados por turnos, la tarde del viernes y el sábado entero, los alumnos transformaron sus fines de semana para poder ayudar. Entre ellos se pusieron de acuerdo, pues tenían otras citas a las que no podían faltar, ya fuera con el deporte o con los libros, pues ya están inmersos en los exámenes trimestrales. Pero ellos saben que si se organizan da tiempo de mucho.
La cita era en el supermercado Alcampo. Ataviados con sus petos, que les encantaba lucir porque les dotaban de cierta autoridad y orgullo propio, se acercaban a la gente con una sonrisa y, claro, una bolsa en la mano. “¿Quiere colaborar con el Banco de Alimentos?”, difícil resistirse.
El voluntariado es importante. No solo por el mismo hecho de ayudar, sino por el de darse cuenta de que hay gente que necesita ayuda cerca de ellos. Estas actividades nos permiten a todos poner los pies en la tierra y entender que no todos tenemos las mismas oportunidades, ni la misma vida. Ese toque de realidad es muy interesante para el crecimiento personal de cada uno. Y la ocasión de aportar un granito de arena (de arroz, cabría decir esta vez) les hizo sentir realmente bien.
Pero estas acciones no solo benefician al voluntario o al que recibe la ayuda, sino que despiertan algo en el interior de los clientes de los supermercados. Primero, por ver que gente joven dedica unas horas del fin de semana a acciones solidarias y segundo, por ese pellizco de realidad que olvidamos, a veces, cuando llenamos nuestras cestas de la compra.
Es verdad que los supermercados son muy generosos durante todo el año a la hora de colaborar con el Banco de Alimentos, pero después de la pandemia se ha experimentado una disminución de las aportaciones y de los establecimientos que permiten la presencia de voluntarios en esta campaña, en especial en la capital turolense. No es ningún secreto que este año la situación es compleja. La subida de los precios no permite que se llenen las cajas solidarias como hace años. Pero no hay que pensar en lo que no se puede comprar o donar este año, sino en lo que sí. Y todo cuenta y todo suma. Incluso el aprendizaje que estas campañas nos dejan a todos. Es un abrir de ojos a las puertas de la Navidad que ojalá nos haga ser agradecidos por lo que tenemos y que nos haga querer ser solidarios, ponernos ese peto que nos acerque más a los demás.