EDUCACIÓN
EDUCACIÓN
Autoría: Purísima Teruel
21 de enero del 2025
1 min de lectura
El «cole», lo que fuimos, lo que somos
Sale estos días una publicación, en forma de columna de opinión en el Confidencial, en la que el autor, Javier Arnal, hace referencia a los encuentros de antiguos alumnos. Con el título de Lazos de antiguos alumnos, la columna es un viaje por la memoria cuyo destino es el principio de lo que somos todos: niños en el colegio, adolescentes en el instituto o estudiantes universitarios. Todo en torno a la comunidad educativa. Por algo será… Nombra Arnal al colegio de la Purísima desde donde se está poniendo en marcha una asociación de antiguos alumnos (Alumni), una asociación que mantenga aquella puerta del recuerdo abierta. Dice el autor, con razón, que aquellos lazos quedan para siempre y que, a través de estas agrupaciones, se permite el reencuentro y la colaboración con aquella parte de nuestro pasado.
Y es que reunirse con antiguos alumnos de la escuela es una experiencia única que despierta un sinfín de emociones. Los lazos formados en esa etapa crucial de la vida, aunque se debiliten con el tiempo, suelen perdurar de manera sorprendente. En estos encuentros, las conversaciones fluyen con naturalidad, reviviendo recuerdos compartidos que, aunque parecían olvidados, resurgen con fuerza al reencontrarse con quienes fueron compañeros de aventuras diarias.
Las historias de los días escolares, las travesuras y los logros vuelven a la vida, recordándonos la esencia de quiénes éramos y cómo hemos cambiado. Es asombroso notar cómo personas que han tomado caminos tan distintos siguen conectadas por esos años formativos. El reencuentro puede resultar inquietante al principio, enfrentando la realidad de cómo el tiempo ha transformado a cada uno, pero pronto se convierte en una celebración de la amistad y la nostalgia.
Estos momentos también nos hacen reflexionar sobre el peso de esas experiencias en nuestra identidad actual. Las anécdotas compartidas y las risas recordadas nos recuerdan la importancia de las etapas vividas y el impacto duradero que tienen en nosotros. Al final, reencontrarse con antiguos alumnos es una mezcla de sentimientos: lo bonito de recordar y lo extraño de ver cómo todos hemos evolucionado, pero siempre unidos por el mismo pasado.
Recorrer de nuevo aquellos pasillos conmueve. Esas paredes saben cosas, guardan secretos y, si escuchas bien, puedes oir de nuevo aquellas conversaciones, confidencias, enfados, llantos y risas. Aquellas alegrías por el examen superado o por la excursión que esperabas semanas. Puedes escuchar tu voz, que se devuelve a aquel tú que fuiste y que se ha convertido en quien eres.